"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
|
16-10-2015 |
Dos Estados, dos López y varios amanuenses
Comparemos dos Estados: el Libre Asociado de Puerto Rico y la República Bolivariana de Venezuela. Y dos López: Oscar López Rivera y Leopoldo López.
En 1898 las dos últimas colonias españolas de América luchan por su independencia. Cuba la semi-logra, pues la “ayuda” estadounidense impone la “Enmienda Platt”, que asegura su derecho de intervención. Luego, las tropas norteamericanas desembarcan en Puerto Rico, y a pesar de la resistencia armada, comienzan una nueva ocupación. Cuando EE.UU. ingresa en la Primera Guerra Mundial (1917) el Congreso aprueba el Acta Jones e impone la ciudadanía estadounidense a los boricuas, con la cual obligan a 200.000 jóvenes a servirles de carne de cañón. En los años 30, Pedro Albizu Campos recomienza la resistencia armada y es encarcelado. Su mensaje es que la Patria exige valor y sacrificio. En 1952 EE.UU. monta la farsa del “Estado Libre Asociado”, un Estado sui generis, que no es independiente, pero que tampoco es un Estado más en pie de igualdad con los otros, poseedor de cierta autonomía, pero la política exterior la rige EE.UU. y su reducido territorio es cubierto por sus bases militares.
Son cientos los puertorriqueños encarcelados en EE.UU. Uno es el que lleva más años en el continente: Oscar López Rivera (1943) quien purga su trigésimo cuarto año de condena por su adhesión a la independencia. Le restan 36 más. El Comité de Descolonización de la ONU y otros organismos demandan su liberación. Pero su drama es poco conocido pues ni “El País”, ni “Búsqueda” ni los canales de televisión privados informan. Tampoco se lo ha escuchado reclamar a Almagro, al Canciller Nin, al Senador Mieres y a los amanuenses del imperialismo. Por Oscar y los patriotas presos vale luchar.
Cambiemos de país. En la República Bolivariana de Venezuela una revolución está en marcha. La “Propuesta del candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-1019” anuncia: “ Este es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica.”.
El proceso venezolano ha partido de la democracia liberal para encaminarse hacia otra democracia de nuevo tipo, que sobrepasa el concepto liberal. “Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana […] Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.”
Tras ese programa, Chávez y después Maduro cuentan con el aval del pueblo. El proceso venezolano es inédito. La Revolución es la transformación radical de las estructuras (económicas, sociales, políticas, culturales) generalmente por vía violenta. No obstante, esa transformación no siempre es inmediata, sino que puede ser antecedida por un proceso moderado de reformas y de transición pacífica relativa. Eso ha sucedido en Venezuela. Para que Chávez accediera a la presidencia por vía electoral (1999) hubo de darse una situación revolucionaria , caracterizada por sus tres condiciones: 1) la imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; 2) el agravamiento, superior al habitual, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas; 3) la intensificación considerable de la actividad de las masas empujadas a una acción independiente. Pero entonces, aún no había una crisis revolucionaria , ese cambio subjetivo que se traduce en la capacidad revolucionaria del pueblo para quebrantar el viejo orden, para el que fue necesario el golpe de Estado contra Chávez (2002). Entonces sí, hay un salto cualitativo, en la medida que las fuerzas populares - el proletariado industrial en particular, renuente a la actividad política- y Chávez, comprenden que es imperioso profundizar las transformaciones, una de las cuales es asumir la efectiva dirección de PDVSA. Pero aún en esas circunstancias, Chávez tiene la visión de no cerrar la legalidad para la oposición, conservar resortes de la democracia liberal, a la vez de modificarla por una reforma constitucional.
En Venezuela hay gobernabilidad, con un pueblo consciente de sus dificultades, más de índole exógeno que endógeno. También consciente que hay problemas serios por resolver, para construir un Estado y un gobierno eficientes, de los que se está aún lejos.
Pero el imperialismo y los “demócratas” no pueden tolerar procesos independentistas, tendentes a la unidad de Nuestra América y a la construcción del socialismo. Rediseña su táctica contrarrevolucionaria, y su ideólogo, Gene Sharp, explica los “golpes suaves”: “nosotros combatimos con armas ideológicas, sociales, económicas y políticas”. Uno de sus actores es Leopoldo López, condenado a 13 años de cárcel. El que encabeza la marcha de la oposición al Palacio de Miraflores en Caracas (2002), el que provoca la muerte de decenas de personas, el que propicia el golpe de Estado y el secuestro del presidente Chávez, quien pese a ello, lo amnistía. Vinculado al Instituto del Partido Republicano de EE.UU, que le brinda apoyo estratégico y financiero, después del golpe fallido y de su amnistía, viaja a Washington, se reúne con funcionarios de Bush y es aliado de Álvaro Uribe (2002-2010). Extremista de la derechista Mesa de la Unidad Democrática, fomenta las llamadas “guarimbas” con cientos de muertos y de heridos. Mientras que desde las vecinas Guayana y fundamentalmente desde Colombia, se intenta poner en marcha la guerra contrarrevolucionaria.
Si un error es atribuible a Chávez es el de haber sido demasiado indulgente. La Revolución debe golpear duro –lo enseña la Revolución de la Independencia de EE.UU., la Revolución Francesa, la hispanoamericana, o en el siglo XX, la de Rusia, China, o Cuba. Téngase claro que si la Revolución es vencida en Venezuela, Cuba, Ecuador o Bolivia los pueblos sufrirán otro plan Cóndor, que el imperialismo ya prepara.
La violencia es intrínseca al Estado. De 193 Estados miembros de la ONU, 182 están acusados de violaciones a los derechos humanos, Uruguay incluido. La es en Estados al servicio de las clases dominantes, o de otros al servicio del pueblo. No se hagan pues los distraídos Luis Almagro, Nin Novoa, los dirigentes del Frente Líber Seregni, Pablo Mieres y sus adláteres de la Internacional “Socialista”. La lucha de clases exige situarse o con el bloque de los explotadores o con el de los explotados. Y frente a los Estados capitalistas y pro-imperialistas, no queda más que luchar por un Estado de nuevo tipo, participativo, popular, una democracia verdadera.
Copyright © 2007 SURda All rights reserved. webmaster@surda.se | |